martes, 15 de marzo de 2011

Oro Negro

Muchos somos los que últimamente estamos pendientes de las “informaciones” que nos llegan desde Libia. Y no es casualidad que la palabra “informaciones” esté puesta entre comillas. Una vez más, se esconde la verdad. Y los medios de comunicación no están libres de culpa.

Aproximadamente 10 años después de la ocupación de Afganistán y 8 de la de Irak, estallan revueltas populares en algunos de los principales países productores de petróleo del mundo. Revoluciones contra dictaduras que hace muchos años que estaban instauradas. Insurrecciones teledirigidas a través de las redes sociales. Indiscutiblemente, no apoyamos las dictaduras en ninguna de sus expresiones, pero ¿realmente quieren que nos creamos que estas revueltas son solo fruto del descontento social?



La verdad es que el descaro es cada vez más insultante. Los Estados Unidos de América y otros países están hablando ya de intervención militar en Libia aunque, aparentemente, sin mucho entusiasmo. Falsas apariencias. No sería extraño pensar que Gadafi hubiese sido el único de los dictadores que plantara cara a las exigencias de los países "desarrollados" para apoderarse del petróleo de una nueva forma: controlando un proceso de transición democrática. Y más, viendo que las elecciones que se celebrarán en los países donde han logrado destronar las dictaduras, no serán más que un mero formalismo para asentar de forma “electoral” a los mismos que mandaban antes de la revolución. Más falsas apariencias.



Mientras tanto, en Libia, los rebeldes mueren machacados por los tanques, la artillería y la fuerza aérea de Gadafi; pierden terreno, y no por falta de hombres, sino por falta de armas. La victoria del dictador está cada vez más cerca. La ONU se reunía este lunes para intentar acordar una zona de exclusión aérea. Es decir, prohibir a Gadafi que utilice sus aviones. Cosa que, aunque no se antoje definitiva, si que podría haber ayudado a los rebeldes. No hay acuerdo. No hay ayuda para los rebeldes. Parece que la estrategia de la gran mayoría es esperar a que estos pierdan oficialmente la guerra, para que la opinión pública autorice la invasión. Con todo esto, sigue la guerra mediática. Unos, intentan bombardearnos con imágenes escalofriantes de la guerra. Otros, expulsan a los periodistas para evitarlo. Otra forma más de marear la perdiz para conseguir el  tan ansiado ORO NEGRO.

Como esta es una página de temática musical (aunque últimamente no lo parece mucho) os dejo con una perlita del grupo KAOTIKO para acabar de aclararlo todo. La pregunta es evidente y la respuesta lo es aún más: ¿Quién paga las consecuencias de que queramos ser más ricos?



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